lunes, 25 de enero de 2010

Quemarse para poder quemar


Decidí tomar este título de una obra de un personaje bastante curioso. Por momentos pienso que es un artista jugando con palabras, pero luego siento que es un delirante. Me refiero a José Pablo Feinmann y más precisamente a su obra “Timote”. En este libro, recrea ficticiamente el diálogo que pudo haber existido entre Pedro Eugenio Aramburu y el tribunal montonero que lo llevó a la muerte, integrado por Mario Firmenich, Carlos Ramus y Fernando Abal Medina. No me interesa analizar la novela para el tema que voy a analizar. Con lo dicho alcanza, solo tomé una frase que el autor imagina en la cabeza de Fernando Abal Medina pero me ocupé de darle mi propio significado.

¿Qué significa entonces quemarse para poder quemar? ¿Dónde nace la necesidad de quemarnos?

Quemarse significa llegar a lo más profundo de uno, conocerse como pocas personas pueden hacerlo, llevar nuestros pensamientos hasta un extremo tal que sintamos que nuestra mente se encuentra plenamente libre pero a su vez a punto de estallar. Quemarse para cuando toquemos algo hacerlo arder, transformarlo para que no pueda volver nunca más a su estado anterior. Aproximadamente, de eso se trata.

Este artículo lo escribo más que nada para los compañeros. Aquellos que no dudamos de que hoy, nuestra responsabilidad como jóvenes, entendiendo el momento histórico, comprendiendo la historia y queriendo ser participes de nuestro futuro, es defender al gobierno de Cristina Fernández de Kirchner.

Muchos dicen que nuestras ideas son de tiempo pasado y cuantas veces escuchamos decir que el Peronismo murió con Perón. Algo parecido a decir que el Cristianismo murió con Cristo. Dos mil años después su palabra es reciente y tiene devotos en todo el mundo. Nuestra idea política es mucho más moderna y actual, sin embargo, algunos tontos, nos dicen que estamos pasados de moda. En esto se forja la necesidad de quemarnos. Quemarnos para no dudar. Quemarnos para que no temblar en una discusión y que no tengamos que dudar de por qué es que estamos parados aquí. Quemarnos para sentir como el pueblo y saber lo que quiere el pueblo. No lo que quiere la señora de Recoleta o el hombre del country que nos odia por querer a esa “yegua”, sino, lo que quiere ese pueblo que pasó doscientos años postergado de la historia. Que cuando encontró su protagonismo lo perdió en las manos avarientas de la oligarquía, pero que ahora, puede recuperarlo.

Quemarse para poder quemar significa prender fuego el lugar al cual llegamos, ser concientes de lo que pensamos y defenderlo hasta las últimas consecuencias porque eso es en lo que creemos. Si no nos quemamos no podemos realizar esta tarea porque nos sentimos débiles. Tenemos que ser fuertes, no quebrarnos y así solamente vamos a poder seguir en esta lucha. Pero es de gran importancia que no nos quememos solos, tenemos que quemarnos todos juntos porque nuestro sueño es compartido, nuestro sueño no es individual sino colectivo. Es el sueño de la patria grande y feliz. Aceptemos definitivamente nuestro destino y levantemos la bandera que nos dejó Eva, para llevarla como símbolo hasta la victoria.


Matías Fernández

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