lunes, 12 de julio de 2010

Entre Clarín y 678

Es necesario en tiempos de crisis de paradigma, hacer algunas observaciones sobre lo que ocurre hoy en los medios de comunicación.

Hace varios años que el grupo Clarín dejó el periodismo para convertirse en un agitador político con intereses corporativos centrados en la formación de un monopolio que controla la creación y difusión de contenido en la Argentina. Al correr por las páginas de su matutino más importante no nos encontramos ni con noticias ni con verdades, sino con suposiciones. Esto demuestra la falta de capacidad del medio para informar, ante la ausencia de razones inventan mentiras para criticar al gobierno nacional. Esto, que no me molestaría si Clarín fuera sólo un diario, me irrita al saber que es una corporación que posee el latifundio mediático más grande del país, relacionado con negocios aún más grandes que la prensa como el sector agrícola sojero.

Hoy, toda la prensa de Buenos Aires, que se cree de carácter nacional porque opera en la Capital del país, está con la derecha y contra los intereses del pueblo. El ejercicio del periodismo parasitario era tan asqueroso que generó reacciones diametralmente opuestas desde lo ideológico pero idénticas en cuanto a las prácticas. Empresarios afines al gobierno comenzaron a comprar medios, entre ellos el más importante es el Grupo Spolsky.

Así nació también el programa de televisión 678, un producto esencialmente político y cargado de ideología que suma a igualar una discusión política pero que no aporta nada al periodismo. Esta propuesta no vino a solucionar el problema del futuro de los medios de comunicación y el modo de consumir y producir información, sino que es un paño frió a la derecha, tal vez con el tiempo digamos que fue un primer paso para construir un nuevo periodismo, más cerca del pueblo y más lejos de los intereses que lo lesionan. La pregunta a hacernos es… Entre Clarín y 678 ¿dónde quedó el periodismo? Lo más posible es que haya quedado olvidado en un pequeño grupo de trasnochados que se animan a proponer alternativas en un mundo viciado por intereses y tristes deseos de ganancia.


Matías Fernández

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