viernes, 19 de marzo de 2010

Sobre la Oposición Argentina y otros temas

Lentamente algunas situaciones se van aclarando. Los hechos opositores, que al principio parecían configurar una “patriada” para el común de la gente, no resultan ser más que chicanas políticas para demorar las obras del gobierno nacional. La oposición, que se jactaba de ser la nueva mayoría, ya protagonizó verdaderos papelones parlamentarios y solo triunfó con la estrategia del reparto de comisiones.

Mientras la gente parece comprender correctamente la necesidad de pagar la deuda externa, el arco opositor sigue fabulando. Federico Pinedo, flamante diputado Pro, propuso ante las cámaras televisivas adquirir deuda para pagar la deuda pendiente, hecho que generaría un grave perjuicio para el país. La otra alternativa visible es recostar el gasto, tal vez, deteniendo las obras pública, eliminando la Asignación Universal por Hijo, liquidando el Programa Argentina Trabaja, descontando el salario a jubilados, docentes y estatales o desmantelando la salud pública.

Queriendo detener este proyecto político, que no solo ha sacado a la Argentina del poso en el que se encontraba en el 2001 sino que nos ha puesto nuevamente en el rumbo de la patria grande, el establishment económico, nos brinda ejemplos de la buena democracia Uruguaya y Chilena. Lo que olvidan decir, es que tanto en Uruguay como en Chile, a pesar de que los cambios presidenciales recientes hayan significado un cambio del partido político gobernante, no estaba en juego el sistema político, social y económico. En la Banda Oriental, por ejemplo, no peligraba el proyecto pastero de Botnia, que implica todo un cambio en la producción de materias primas del país y que desde hace más de 15 años está generando graves daños a la tierra y al pueblo uruguayo. Tanto Lacalle como Mujica, simbolizaban el mismo proyecto del país con pequeños matices de distinción en cuanto a ejecución de políticas públicas, pero el proyecto económico de fondo, lo que realmente hace al estado de un país, era el mismo. Por eso, el poder económico, no se asustó con ellos como se asusta por estos días al escuchar que Nestor Kirchner propone que el 50 % del PBI interno sea para los trabajadores.

Desde el radicalismo ya no escatiman en las formas. Luego de la decisión de no hacerle preguntas a Mercedes Marco Del Pont y visto el revés judicial en la composición de la Comisión Bicameral, no esconden que el objetivo que persiguen es el de poner palos en la rueda para sacar del poder a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y con ellas todas las obras del gobierno.

La izquierda, como Proyecto Sur, que atiende a reclamos históricos como la recuperación de los recursos naturales, no llega a diagramar un programa estratégico de trabajo al respecto. Este gobierno ha hecho trece nacionalizaciones estratégicas y en el deseo de profundizar este camino no quedan dudas de que los recursos naturales se convertirán en una bandera que pronto se agitará desde el oficialismo. La resolución 125, que proponía un aumento en la retención de la soja tratando de abrir el juego a la siembra de otros productos, se constituyó como un golpe mediático auspiciado por Clarín que pudo terminar con el gobierno. ¿Tan sencillo es avanzar sobre los dueños del poder como para nacionalizar todos nuestros recursos de la noche a la mañana?.

El “PJ disidente” es la frutillita del postre opositor. Autodenominados como peronistas, se oponen a un proyecto que ha revalorizado los valores que dieron origen al movimiento nacional. La Justicia Social traducida en Asignación Universal por Hijo, la Soberanía Política consolidada en un gobierno Nacional y Popular que no tranza con los poderes hegemónicos como el grupo Clarín, la Independencia Económica puesta de manifiesto con el pago de la deuda externa liberando al país de la dependencia al Fondo Monetario Internacional, el Nacionalismo Cultural como el resurgir de las fiestas populares y las producciones nacionales y la Unión Latinoamérica reflejada en miles de políticas, pero recientemente explícita en la ayuda brindada al pueblo chileno luego del terremoto que devastó parte importante del país vecino, son políticas que definen al proceso político iniciado en el 2003 y vigente hasta hoy, como Peronista.

Este intento de descripción de lo que se denomina oposición, no es más que un aporte al análisis de la política nacional, plenamente subjetivo y ligado a la lucha vigente que tuvo su origen a comienzos del siglo XIX en torno a dos proyectos de país. Uno libre de cadenas y otro dependiente del yugo internacional, claro está, dos proyectos plenamente antagónicos.

Matías Fernández

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