viernes, 7 de mayo de 2010

Tragedia Griega

El destino persigue al pueblo griego. Cuando el oráculo de Delfos le dijo a Edipo que iba a matar a su padre Polibio, este se alejó de su reino. Por medio de un conocido, de esos que están siempre dispuestos a darnos una mano, conoció a Yocasta y se casó. Previamente había matado a su marido Layo. El problema surgió cuando se enteró que en realidad su padre era Layo y no Polibio como todos creían y su madre su señora. Acto seguido: la tragedia. Yocasta se suicidio y él se arrancó los ojos.

El Banco Central Europeo dice: ¡Ajusten!
El Fondo Monetario Internacional dice: ¡Ajusten!
Entre tantos gritos Cavallo se copa y también dice: ¡Ajusten!
El gobierno griego… Ajusta, claro… Acto seguido: La tragedia.

La mitología griega siempre se cumple. Con el desenlace, el pueblo griego, el pueblo trabajador, sale a la calle y tiene su 19 y 20 de diciembre porteño de 2001. Caos, destrozos, represión, muertes. El mundo tiembla una vez más a pesar de que todos pronosticaban el fín de la crisis. Las bolsas caes, el euro baja, nadie sabe lo que pasa. Los economistas hablan, la gente no entiende.

Mientras tanto, en Argentina, son las ocho de la mañana y suena el despertador. Miles de cooperativistas se levantan a cumplir con su tarea diaria arreglando calles, veredas, escuelas, limpiando espacios públicos, restaurando plazas. Los chicos van a la escuela, vacunados y con una pequeña ayuda económica que les permite, por lo menos, ir con una galleta en el estómago. Miles y miles de jubilados cobran. Record de ventas de autos. La Ford decide instalarse en el país, Microsoft también y otros también. Martínez de Hoz es detenido. Llega la televisión digital. El presidente de Unasur es Argentino. Argentina avanza. Clarín no lo ve, la Nación no lo ve, la derecha no lo quiere, Pino no lo ve. Nadie lo ve. ¿Nadie lo ve?


Matías Fernández


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