sábado, 1 de mayo de 2010

Hoy

Que difícil resulta hacer política en la Argentina. Cómo hacer para explicarle a la gente que pasó, para que en tierras tan puras, no se haya podido forjar un país rico, con igualdad de oportunidades y donde puedan vivir felices todos sus habitantes. Qué difícil luchar contra el poder, que difícil luchar contra Clarín.

Que difícil resulta transmitir con signos (pues eso son las palabras) nuestros sentimientos. ¿Qué es lo que pasa en uno para llegar a sentirse ajeno de un cuerpo y parte de un todo? ¿Qué es el todo? ¿Qué pasa cuando a ese todo lo quieren dividir?

Esa larga noche de octubre, cuando se votaba la ley de medios, la felicidad corría sobre nuestras venas como sangre. Frente al Congreso Nacional, se encontraba la máxima expresión de fe popular. No es una fe religiosa, sino aquella que nos une en sueños de felicidad, que no es individual, sino colectiva.

Muchas veces en la historia de la humanidad, las condiciones de comercialización de productos pudieron permitir la aparición de un sistema económico global, pero solo se pudo concrtar con el capitalismo ante la aparición del mayor mal de nuestra era: el individualismo.

La política está en todos lados. En el barrio, en la escuela, en el club, en las calles y hasta en nuestra propia casa. Sin embargo, la mayoría de las personas no son concientes de ello. ¿Por qué será?

¿Qué pasó en este país para que gran parte de la clase media actuara en contra de sus propios intereses, por ejemplo con la resolución 125? ¿Qué pasó, para que la clase que se jacta de ser la más inteligente, formada y racional, resulte ser la más ignorante? No es casual, que en una sociedad tan individualista, hayamos tenido que soportar tantos años de neoliberalismo.

En el transcurso de la última semana, los grandes medios, mostraron horrorizados la creación de guerrillas comunicacionales en Venezuela. Mi reflexión, es que ese pueblo, que ha sido exprimido durante cientos de años, está decidido a liberarse.

Que difícil pelear con Clarín. Este grupo, que nos ha causado tanto daño, posee ahora la guerrilla comunicacional más grande de la Argentina, conformada por la clase media-tizada. Creo que esa es la palabra justa. No se trata de toda la clase media, se trata de esa que le sacó al mono la escopeta y le dio el polio, dando nacimiento al mono con polio. Monopolio. La diferencia entre la guerrilla de Chavez y la de Clarín, es que la del presidente Venezolano sabe por qué lucha y han llegado a ese lugar por conciencia nacional. La de Clarín, en cambio, no actúa por propia convicción, sino por sometimiento y lo hace a modo ciego.

Imagino, en algún manual de historia del año 3000, la descripción del hombre del 2000. Seguramente dirá algo así: “Individualista por excelencia, sometido por el intelecto y deshumanizado en extremos”.

Cuanto nos enseña la filosofía de la búsqueda de la razón. Siglos le costó a los hombres dejar de lado las creencias supersticiosas, para darle al mundo y a nosotros mismos, una existencia racional. En la actualidad, en nuestro país, tenemos un sector de la sociedad con el mayor sometimiento en toda la historia de la humanidad. Ese sometimiento, es distinto y mucho más eficaz a otros, porque actúa sobre la mente. Prisionera por donde se la quiera analizar.

Muchas veces creo que fue un desperdicio tanta sangre derramada. La de los soldados de los ejércitos en las guerras de independencia, la de caudillos federales fusilados, la de los obreros masacrados en la patagonia, la de la resistencia peronista, la de los compañeros desaparecidos. Tanta sangre derramada para que sigamos estando sometidos por el poder internacional y sus aliados internos. Mientras el gobierno popular busca avanzar hacia la justicia social, la guerrilla de Clarín, dispara con todas sus armas de última tecnología. No le dispara a un gobierno, le dispara a un pueblo. Pero pensándolo un poco mejor, esa sangre nuestra, derramada, no ha sido en vano. Aquí estamos, sobreviviendo, transformando y sintiendo. Si nos proponemos ser fuego, tenemos que quemar bosques enteros. Si queremos ser agua, tenemos que ser un mar. Si queremos honrar esa sangre, tenemos que inventar y crear. Tenemos que sentir que nuestros sueños y los de tantos que dejaron la vida en este camino, van a ser alcanzados y que la lucha no se realiza mañana, la lucha se realiza hoy y la hacemos nosotros.

Matías Fernández

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